Este género de brujas son habitualmente de etnia gitana y las podemos encontrar en los recobecos de las ciudades cercanos a mercados y catedrales irrumpiendo a otros ciudadanos para leerle la mano.
En quirología se atribuye a la mano izquierda la expresión de lo heredado, y a la derecha de lo que adquirimos por nosotros mismos.
Las manos calientes pertenecen a personas muy nerviosas y excitadas. Las secas suponen generosidad y altruismo. Las húmedas denotan inhibiciones, timidez y frustración según la quiromancia. En cambio las frías manifiestan depresión, intranquilidad, y pertenecen a una persona reservada e introvertida.
Unas manos largas implican un buen equilibrio mental para la quiromancia. Cuando son medianas suponen una gran capacidad de análisis y una mentalidad precisa. Las cortas muestran capacidad de síntesis, pero también mal carácter, y las muy cortas supondrán una personalidad violenta con accesos de cólera y dificultad de relación social.
Por tanto es una brujería que se realiza sobre otras personas a quienes les coaccionan para realizar su prática hechicera por la que intercambian una hoja de romero a cambio de la "voluntad". Pero en caso de negársele esta invocan al demonio y otras divinidades malignas para que pesares y males arremetan contra el individuo en cuestión.
La práctica de la quiromancia tiene orígenes antiguos y nació en la India, extendiéndose luego al resto del mundo, desde China a Persia, desde Egipto a Grecia. La predicción de la fortuna les ermite obtener información sobre la personalidad y el futuro de cada individuo.
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