Desde las propias instancias inquisitoriales algunos disidentes hacen tambalear las estructuras de la isntitución y la fe poniendo en duda la existencia de brujas y por tanto los juicios llevados a cabo por el loable Santo Oficio durante décadas. La mayor parte de estos indómitos internos han recogico buena parte de la obra de sus ideólogos del siglo pasado como Salazar y Frías y arremetiendo contra las ideas de Alonso Becerra y Juan del Valleque marcaron un antes y un después en la salvaguarda de la fe cristiana y del orden social amparado por la voluntad divina, a su vez, blandida por el monarca Carlos III.
Esta postura irreverente y heterodoxa afirma no haber visto ápice alguno de hechicería ni brujería y no titubean a la hora de arremeter contra los métodos del Santo Oficio calificándolos de irrisorios y ficticios. ¿Acaso existen otros más probatorios? De hecho no dudan en arremeter contra sus propios hermanos, los clérigos, acusándolos de coacción para forzar las testificaciones pertinentes. No dudan en elaborar falaces argumentos para descalificar los juicios inquisitoriales. Una actitud que contamina la fe y parece incitada por el propio diablo.
En consecuencia, este tipo de disertaciones nocivas para la fe cristiana han llegado a contaminar las mismas estructuras de la Iglesia tal y como se contempla en la creciente benignidad que desde el siglo pasado ha venido practicando el Santo Oficio en sus Autos. No obstante, las herejías perseveran y estos disidentes de la doctrina de Cristo no dudan en abogar por dejar impune a un culpable sentenciar a un inocente a una pena que no merece. La mente de estos nuevos clérigos parece perturbada pues llegan a confundir la misericordia y el perdón con la impunidad ante la herejía.
En estos tiempos que corren la herejía sigue vigente más que nunca y la necesidad de imponer y difundir la fe con el vigor que Cristo legó a sus ministros y a la Santa Madre Iglesia se hace más apremiante día a día. Por ello no podemos incurrir en discusiones disparatadas y en la lenidad que estos irreverentes defienden.
Escribe tu comentario